Somos igualistas: impulsando la Igualdad en nuestros centros educativos

    


    A la pregunta de qué podemos aportar, desde nuestra posición como empleadas o empleados públicos, para impulsar la igualdad entre mujeres y hombres, son muchas las cuestiones que nos vienen a la cabeza, siempre dependiendo del momento, del espacio y del recurso humano con el que trabajemos. 


    En nuestro caso, el de la Escuela, nunca será igual el trabajo con el alumnado y sus distintos niveles (secundaria, bachillerato o formación profesional), con el profesorado, con las familias, o con el personal de administración y servicios. A pues, nosotros nos vamos a centrar en un trabajo integral que sea al mismo tiempo transversal desde el Consejo Escolar del Centro, como espacio común a todas las partes que están implicadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje.  


    Un punto de partida debe ser el análisis de los enunciados considerados como finalidades de la Educación, donde encontramos el desarrollo integral de la persona en todas sus dimensiones: desarrollo físico, cognitivo, comunicativo, social, cultural, moral, afectivo y emocional, estético y espiritual. Si queremos transversalizar estas finalidades, y siempre desde nuestro marco normativo actual, es preciso abordar, como ya hemos dicho con anterioridad, de forma integral la coeducación entendida como un elemento transversal positivo tanto para chicos como para chicas que garantice el desarrollo de una educación en igualdad y a su vez la prevención de la violencia contra las mujeres. 


    La coeducación la definimos como aquella educación que se caracteriza por incorporar la igualdad entre chicas y chicos de manera específica y a su vez como eje transversal. Leyendo a María José Urruzola, esta la definió como aquella que «consiste en educar a las chicas y a los chicos al margen del género femenino o masculino, es decir, educarlas partiendo del hecho de su diferencia de sexo, potenciando el desarrollo de su individualidad, pero sin tener en cuenta los roles que se les exige cumplir desde una sociedad sexista, por ser de uno u otro sexo». 


    



    Debemos tener especial cuidado de no confundir coeducación con el concepto de escuela mixta. Nunca más lejos de la realidad. La educación mixta se refiere a aquel modelo educativo que incorpora en el mismo espacio de formación a chicas y a chicos, al mismo tiempo que plantea un mismo modelo curricular para unas y para otros. Compartir un mismo espacio y un mismo currículum no significa que se esté educando «en» y «para» la igualdad. 


    La coeducación es un modelo educativo cuyo objetivo es la igualdad de derechos, oportunidades, obligaciones, trabajoetc. entre mujeres y hombres. Es educar en igualdad desde las diferencias, con una finalidad muy clara, construir un mundo sin etiquetas, en el que mujeres y hombres estén al mismo nivel, con sus derechos y libertades. 


    Uno de los ejemplos más comunes de desigualdad en el sistema educativo es el androcentrismo. Según el DRAE, por androcentrismo entendemos la «visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino». Llevada esta definición al sistema educativo, el androcentrismo se materializa en una educación sesgada que coloca lo masculino como principal foco de aprendizaje. A través del lenguaje sexista, de la invisibilización de las mujeres y de su contribución histórica, de la desigual distribución de los puestos de responsabilidad entre mujeres y hombres dentro del sistema educativo, de la implantación de deportes «masculinizados» en los espacios de ocio dentro de los centros, y un largo etcétera. Además, el androcentrismo, como forma de sexismo, es mucho más sutil en la escuela mixta, puesto que se presupone que esta ya lleva implícita la igualdad de género. 

 

    Si atendemos a lo establecido en el artículo 29 la Ley 4/2005 de 18 de febrero los principales objetivos que se plantea la escuela coeducativa serían: 

  1. - Seguir garantizando que la normativa que se elabore en materia educativa de cumplimiento a los mandatos de igualdad y coeducación. 

  1. - Integrar el saber de las mujeres y su contribución social e histórica en las distintas disciplinas.  

  1. - Realizar un uso inclusivo de las imágenes y del lenguaje, que garantice una imagen plural de ambos sexos al margen de roles y estereotipos de género.  

  1. - Garantizar una orientación académico profesional no sexista: A lo largo del proceso de socialización se producen influencias externas a las los jóvenes con el objeto de incidir en su toma de decisiones. Estas influencias pueden venir del propio entorno familiar, amistades, del entorno al que se aspira, y del propio mercado laboral.  

  1. - Incluir la igualdad dentro del currículo oculto y del currículo manifiesto. Es preciso analizar la socialización desigual de género y su influencia en las relaciones que se establecen en los centros educativos. 

  1. - Incorporar la diversidad en todas sus formas. Atendiendo a que las diferencias que encontramos en los centros escolares no se refieren únicamente al sexo y al género, también están la clase social, la cultura, el país de origen, la religión, la opción sexual, etc.  

  1. - Promover un uso equitativo de los recursos y los espacios. La distribución y el uso de los espacios y la organización del entorno educativo también juegan un papel relevante en la transmisión de valores y normas sociales.  

  1. - Prevenir de la violencia contra las mujeres y promover el buen trato. La violencia es un componente estructural de nuestras sociedades desiguales, por eso es necesario ser críticas y críticos con las relaciones basadas en esquemas patriarcales de dominio y sumisión, educando en los buenos tratos, desde la ética de la justicia y la ética del cuidado. 

 

  


La ausencia de la coeducación produce una educación no solo sesgada, sino sexista. La escuela, el centro educativo, es el espacio principal por el que pasamos todas y todos durante un largo período de nuestra vida. La educación ha de tener en cuenta la diversidad con la que cuentan sus aulas y su alumnado, desde un enfoque holístico (alumnado LGBTI, alumnado con necesidades educativas especiales, alumnado con distintos modelos de aprendizaje, alumnado que proviene de distintos niveles socio-educativos, alumnado migrante, etc.). 


    Una escuela coeducativa al educar «en» y «para» la igualdad, está educando en el respeto, en la convivencia, en la transformación de conflictos y en la no-violencia. Cuando dentro de un centro o de un aula negamos o no tenemos en consideración la igualdad de manera adecuada, surgen conflictos que debemos abordar, pero ante los que muchas veces no encontramos herramientas. En este sentido, una de las principales perspectivas que debemos tener en cuenta para el análisis de los conflictos es la coeducativa. Detrás de muchos de ellos, está la socialización desigual de género, que podemos entender de manera general como la manera en que educamos a chicas y a chicos teniendo en cuenta unos estereotipos y unos roles diferentes para unas y para otros.  


    



    Y concluyo, encontramos una desigual socialización entre chicos y chicas, de manera que a los chicos (a una gran mayoría, no a todos) se les encamina al no dialogo, a la no empatía, a la fuerza y a la violencia como instrumentos válidos en el abordaje de sus conflictos y a la falta de respeto hacia quienes creen inferiores (chicas, chicos que no cumplen con los mandatos de la masculinidad hegemónica, personas con otras orientaciones sexuales, etc.). Más aún, los chicos se socializan viendo dibujos y jugando a videojuegos en los que la violencia es un elemento cotidiano. Si esta violencia forma parte de su socialización, ¿cómo la podemos trabajar? La respuesta es sencilla, aunque no fácil: «deconstruyendo» la socialización desigual de género y mostrando nuevas masculinidades igualitarias. Este hecho, que, como comentamos, no es simple, es una de las bases de la prevención de la violencia contra las mujeres. 

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